12.03.2006

La belleza y la muerte son dos cosas profundas, con tal parte de sombra y de azul que diríanse dos hermanas terribles a la par que fecundas, con el mismo secreto, con idéntico enigma. "

El sol cegaba sus ojos. La plácida felicidad de la vida domestica…anhelada…no podía permitirsela. Todavía no. Retrocedio hacia el bosque profundo por el inconsciente sendero, disolviendo la razon entre jirones de niebla. Mandaría el corazón. El miedo que la impulsa es aquello que la atrae, su valor la lleva a enfrentarlo, su voluntad es su fuerza; su simbolo la tormenta y su batalla …es hacia dentro. Al pie de la orgullosa torre, el viejo perro, maltrecho, la mira con una sombra de fiereza en sus ironicos ojos , …. no somos creyentes, le dice, … y sabemos que cronos devorará eternamente a sus hijos. Somos pasajeros, y tu , dulce niña, estas hecha de agua. La vieja Nyx envolvio el paisaje con su manto. La guerrera, penetrando en el bosque sentía: …quien malgasta su vida no merece vivirla.





EL CAZADOR EN EL BOSQUE
AL bosque mío entro con raíces, con mi fecundidad: De dónde vienes?, me pregunta una hoja verde y ancha como un mapa. Yo no respondo. Allí es húmedo el terreno y mis botas se clavan, buscan algo, golpean para que abran, pero la tierra calla.
Callará hasta que yo comience a ser substancia muerta y viva, enredadera, feroz tronco del árbol erizado o copa temblorosa.
Calla la tierra para que no sepan sus nombres diferentes, ni su extendido idioma, calla porque trabaja recibiendo y naciendo: cuanto muere recoge como una anciana hambrienta: todo se pudre en ella, hasta la sombra, el rayo, los duros esqueletos, el agua, la ceniza, todo se une al rocío, a la negra llovizna de la selva.
El mismo sol se pudre y el oro interrumpido que le arroja cae en el saco de la selva y pronto se fundió en la amalgama, se hizo harina, y su contribución resplandeciente se oxidó como un arma abandonada.
Vengo a buscar raíces, las que hallaron el alimento mineral del bosque, la substancia tenaz, el cinc sombrío, el cobre venenoso.
Esa raíz debe nutrir mi sangre. Otra encrespada, abajo, es parte poderosa del silencio, se impone como paso de reptil: avanza devorando, toca el agua, la bebe, y sube por el árbol la orden secreta: sombrío es el trabajo para que las estrellas sean verdes.



La vieja selva llora tanto que ya está podrida la tierra. Es la madre del tigre y de los escarabajos. Es también la madre del dios que duerme. El dios que duerme no duerme porque tiene sueño sino porque sus pies son de piedra. Lloraba con todas sus hojas, con todos sus párpados negros. Cuando bajó a beber el tigre tenía sangre en el hocico y el lomo lleno de lágrimas. La iguana bajó por el llanto como una nave resbalosa y con las gotas que caían mutiplicó sus amatistas. Un pájaro de vuelo escarlata, violeta, amarillo, volcó el cargamento que el cielo dejó en las ramas, suspendido. ¡Ay lo que ha comido la selva! Sus propios árboles, los sueños de las lianas y las raíces, lo que quedó de la torcaza después de que fue asesinada, los vestidos de la serpiente, las torres locas del follaje, el pico cruel de las tortugas, todo se lo come la selva. Los minutos que con lentitud se fueron convirtiendo en siglos, en polvo de ramas inútiles, los días abrasadores, las noches negras, sin otra luz que el fósforo de los leopardos, todo se lo comió la selva. La luz, la muerte, el agua, el sol, el trueno, las cosas que huyen, los insectos que arden y mueren, consumidos en sus pequeñas vidas de oro, el tórrido estío y su cesta de innumerable frutos rojos, el tiempo con su cabellera, todo es alimento que cae en la antigua, en la verde boca de la selva devoradora. Allí llegó el rey con su lanza. (Pablo Neruda, Memorial de la Isla Negra, IV, El cazador de raíces: El rey maldito)

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